ESCOBA PARA CADA COSA, UNA
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Guadalupe Sinverruga es una niña casi como todas. Va al cole del barrio, tiene un mejor amigo que se llama Nacho y vive con sus tías, un poco estrafalarias, en una casa llena de gatos. Todo esto está muy bien, salvo por un pequeño detalle: ella es dueña de unas escobas encantadas que sirven para casi cualquier cosa y es amiga de Poli, una polilla lectora que vive en un libro mágico, con la que habla. Ah, y por si todavía alguien no lo ha notado, Guada, además de ser una niña casi como todas, también es bruja.
“—La escobita roja es la de hacer buena letra; la verde sirve para borrar; la azul te levanta la mano para contestar antes que todos y la amarilla es para resolver las cuenta…»
Esto le decía Guadalupe a su polilla Poli mientras ordenaba las escobitas en su cartuchera el día anterior al comienzo de las clases. Hasta ahí, todo muy claro pero después, en el viaje en escoba a la escuela, Guadalupe choca contra un árbol, se le cae la mochila, de la mochila, la cartuchera y de la cartuchera, las escobas mágicas. A partir de de ese momento, comenzarán los líos porque las magias,¡qué nervios!, saldrán mezcladas. Menos mal que Nacho, el compañero de banco de Guada, se comporta como un príncipe, según dice Poli, y la ayuda a poner todo en orden, a que, otra vez, Guadalupe tenga «una escoba para cada cosa».
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